Para nosotros el valor de pareja es muy importante

¡Por eso deseamos acompañarte en este viaje tan interesante en el mundo de la pareja y la autoestima!

Comenzamos nuestro camino como pareja en el 2016 y en este tiempo hemos vivido una gran variedad de experiencias. Algunas fueron fascinantes en momentos brillantes de la convivencia y otras fueron oscuras, duras y con diálogos de separación. De la mezcla de todo ello nos hemos llevado una gran transformación como personas y como pareja.

Empezamos nuestra relación con una rica experiencia y con el conocimiento de lo que creíamos que era vivir en pareja. Los dos veníamos de rupturas relacionales, pero ninguno de los dos aún había experimentado qué es estar en una relación madura de pareja.

Teníamos nuestros niños interiores heridos  que hacían que nuestros comportamientos fueran reactivos y poco comunicativos.

Repetimos patrones antiguos y eso desgastó la euforia inicial de la relación

Aparecieron diálogos de separación y nos dimos un plazo para replantearnos acciones diferentes para sostener la relación. Pero el diagnóstico del cáncer de Jon provocó un cambio de escena brutal. Todo lo que vivimos en esa temporada provocó cambios profundos en los dos. Hubo un dejar ir a las viejas programaciones, aceptando las situaciones difíciles vividas de nuestras infancias. Nos volvimos más humildes y nuestros valores humanos se volvieron más fuertes. Y todo lo vivido transformó nuestra pareja, y hoy en día seguimos transformándonos.

Realmente nuestra pareja nos muestra todo aquello que está en nosotros y que se mantiene oculto detrás de nuestros ojos.

Gracias a la pareja podemos darnos cuenta de nuestras reacciones automáticas, podemos tomar consciencia y transformarlo para vivir en paz y amor. Primero amor para uno mismo y luego amor hacía los demás.

Gracias a ese episodio vivido, la vida nos dio la oportunidad de acceder a un amar  diferente. Un amar más auténtico, que se expresa desde el SER , con muchas menos resistencias, donde es la mente que está al servicio del corazón. Y cuando esta conexión se va asentando, la emoción sentida va adquiriendo tonalidades de colores que antes desconocíamos, y que cuesta describir en palabras.

El amar es un arte, un arte que hace falta cultivar. Y si queremos recoger frutos de amor tenemos que hacer acciones enfocadas para conseguir dicho objetivo. Si cultivo rencor no voy a recoger amor ni reconocimiento.

Creemos que no hace falta llegar a puntos de dolor y sufrimiento. La vida ya se encarga de ponernos experiencias para transformarnos.

Pero,

¿qué sentido tiene esperar esos avisos para hacer cambios?

¿por qué no hacerlos con el fin de vivir mejor, e incluso, estar más preparado para cuando la vida nos rete con tormentas de cambio?

Y esta es nuestra MISIÓN:
“Utilizar nuestra creatividad y experiencia, para inspirar y acompañar a las personas a manifestar su esencia y crear relaciones de pareja extraordinarias”

Por ello, este sitio surge con el objetivo de llevar el mensaje de cómo convertir en extraordinario y maravilloso el convivir en una relación de pareja. Este mensaje está dirigido a las personas que quieren vivir en pareja, las que viven en pareja y las que han vivido en pareja.

Y como que la vida no solo habla de nosotros, sino que habla también de nuestras relaciones con los demás, te invitamos a pensar en cuántas personas podrías influir si te conviertes en una de esas personas que vive una relación de pareja extraordinaria.

¿Cuántas personas puedes imaginar?

personas-podrias-influir

Jon Jaureguizar Núñez

Quiero que conozcas un trocito de la vida que he tenido hasta llegar a especializarme en acompañar a parejas en sus viajes de sufrimiento y placer juntos.

He tenido varias parejas significativas en mi vida.

La primera etapa de mi vida de parejas, está marcada por la ignorancia. No sabía casi nada de las parejas. Mis mapas para navegar ese mundo eran, por un lado, unos padres muy orientados hacia el trabajo. Por otro lado, las culturas donde me crié: España, Venezuela y EEUU. Y finalmente, una formación orientada mucho hacia el servicio y un poco hacia el darse cuenta del mundo que me rodea.

Esas referencias de fondo, facilitaron cierta mentalidad machista, dificultades de comunicación, cierto grado de sentirme abandonado y rechazado, y un nivel de desvalorización grande en el interior.

Mis primeros viajes de exploración al mundo de las parejas, no fueron fuente de felicidad. Sí hubo excitación y alegría, pasión y aprendizajes simples de comunicación. El foco era yo. Visto desde ahora, parecía un bebe aprendiendo a interaccionar con las cosas del mundo, pero con cierto sentido de culpa y peligro.

La segunda etapa empezó cuando el mundo de “éxito” en el que vivía, se comenzó de desmoronar. El “culpable del caos” fue el trabajo excesivo (jajaja). La relación de pareja estable donde estaba no “funcionaba” como me gustaría. Sentía mucha presión por parte de mi pareja (así lo vivía). Busqué soluciones, y así comencé mi camino de aprendizaje interior con formaciones, terapias y acompañamientos.

Fueron los años más duros de mi vida. Fui infiel. Pasé de no hablar y no comprender ni mis emociones ni las de mi pareja, a hablar un montón sobre mis emociones y las de mi pareja, y a exigir que ella también hiciese su trabajo interior. Fui extorsionado por una pareja. Sufrí violencia física y emocional. Aprendí a manipular. Tuve un intento de asesinato por parte de otra pareja. Casi pierdo a mis hijas. Me sentí traicionado.

Todas las formaciones y trabajo conmigo mismo, me permitieron descubrir nuevos mapas con los que explorar este mundo de la pareja que tanto me hacía sufrir. Pero en conjunto, todo era como un gran puzle con piezas que no encajaban bien. Había áreas borrosas, otras con agujeros negros, y algunas con claridad completa.

El dolor que sentía y un ansia por encontrar paz y crecimiento en la pareja me impulsaban a buscar nuevas piezas y a encajar lo que aún no lo hacía. Esta comprensión incompleta de la realidad, pero mejor que la que tenían otras personas, hizo que personas individuales y parejas viniesen a pedirme ayuda para sus temas de dificultades en sus parejas. Y así comencé mi práctica profesional acompañando a personas y parejas en sus viajes.

La tercera etapa que es en la que ahora me encuentro, de nuevo surge “por culpa” del trabajo. Al igual que antes el “éxito” en el trabajo trae el caos en mis parejas, ahora el “caos” en mi trabajo trae el “éxito” en mi pareja. Aquí es donde aparece Gemma, mi pareja actual.

Es una relación que, aunque surge de manera pasional, se cuece al mismo tiempo poco a poco. En el tiempo que llevamos juntos hemos sabido crear respeto y permiso para crecer, en el yo, en el tu y en el nosotros. No hay violencia. Hay mucha comunicación de emociones y necesidades profundas. Hay cariño y pasión. Las discusiones son sencillas, profundas y con planes de solución. Reconocemos con relativa facilidad cuando una herida personal nos hace actuar reactivamente, y sabemos buscar soluciones a esas heridas bastante rápidamente.

También tenemos claras áreas de mejora en el disfrute de la vida, en el compartir el poder, en el crear hábitos enriquecedores, en el concretar planes de vida eficientes, disfrutables y de servicio, o en reenfocarnos rápidamente en la misión y visión de nuestras vidas individuales y en conjunto.

Esta tercera etapa ha tenido también unos momentos durísimos. “Curiosamente”, han servido para que cada uno desde su trabajo de crecimiento personal, hayamos madurado y podamos disfrutar ahora de algo maravilloso. Yo particularmente tengo una serenidad que antes no tenía. Hay algo extraordinario que siento y disfruto.

Aquel puzle estaba encajando finalmente. Ahora tengo muchísima más claridad. Ahora comprendo muchísimo más los comportamientos, reacciones, decires, sentires y pensares en mis relaciones de pareja. La práctica, exploración y constancia están dando sus frutos.

Y desde aquí, “mágicamente” comenzaron a venir más personas y parejas que querían ayuda en sus dificultades de sus relaciones de pareja, e incluso llegan personas que quieren mucho más de sus parejas, quieren disfrutar de una vida de pareja extraordinaria.

Y yo también sigo avanzando en la creación de esa vida de pareja extraordinaria.

Gemma Martí Cusachs

En estos momentos, uno de mis puntos de crecimiento  es que estoy aprendiendo a amar en el mundo de la pareja.

Para entender por qué estoy aprendiendo a amar a mi pareja os voy a llevar a la historia de mi niñez.

Viví mi infancia sintiendo muy poco amor y reconocimiento. Cuando era pequeña pensaba que seguramente era “adoptada y que por eso no me hacían caso”. Esas experiencias me llevaron a experimentar heridas de rechazo, abandono y humillación.

Viviendo desde esas heridas mis relaciones con personas eran distantes y desconfiadas. Con terapia fui aprendiendo a tolerar el acercamiento, pero el espacio de intimidad seguía siendo estresante, aunque no fuera muy consciente del todo. Realmente sentía una gran desvalorización en mi interior. No recuerdo muchas felicitaciones, ni abrazos, ni besos. Realmente ocupar el noveno y último lugar en la lista de hermanos, muy buscada y deseada no fui. 

Mis palabras y mi apariencia exterior querían mostrar mi mejor versión, pero por dentro sabía que mostraba una máscara para agradar socialmente y no sentirme tan fuera de lugar. 

Y así fueron pasando años, tiempos en que profundizaba en mis heridas, y otros en que iba sobreviniendo manteniéndome en la punta del iceberg. No sentía ni la autenticidad ni el amor por mí misma que tanto anhelaba.

Hasta que sobrevino un cáncer a mi pareja, en un momento en que no tenía claro la continuidad en nuestra relación. Este evento provocó en mí un maremoto de emociones que me sobrepasó, aunque es el proceso que con más consciencia he vivido. 

Hubo mucho dolor, el dolor de no tener claro mi relación con Jon, el dolor de no saber cómo acompañarlo desde la duda, el dolor de verlo en todo el proceso de cáncer, el dolor de todos los recuerdos que se despertaron de mi infancia… 

Hubo momentos que volví a desconectarme de mi cuerpo y de mis emociones, gran recurso utilizado en mi infancia, adolescencia y adultez. Pero esta no era la solución. Si quería otro resultado tenía que acceder a otros recursos interiores, tenía que hacerlo de otra forma.

Volví a hacer diversas terapias que me ayudaron muchísimo. Terapias para elaborar historias del pasado, terapias para gestionar mejor el presente y proyectar el futuro reprogramando mi mente. 

Hablando del pasado, recuerdo cuando me hice la numerología. Me quedé atónita cuando me nombraron ciertos años como los peores años de mi vida. Aún me pregunto: ¿Cómo podía saberlo?  

En estos años realmente me pasaron situaciones muy dolorosas y con mucho sufrimiento. Se casó mi hermana mayor y me sentí más sola, se murió mi madre cuando yo tenía 15 años, hice la interrupción de mi primer embarazo por cardiopatía muy grave, se produjo la muerte de mi hermana conjuntamente con el decidir divorciarme, y por último el diagnóstico de cáncer de mi pareja con el empeoramiento de la demencia y la muerte de mi padre. A estos años se les llama “años trampolín”, ja que la vida te propone una gran transformación. Estos años tienen un ciclo, por lo tanto, se vuelven a repetir hasta la muerte. 

El último trampolín me retó a hacer grandes transformaciones, muy necesarias para mí. Y una de ellas era la de aprender a amarme, amar en mis relaciones y sobretodo en la relación de pareja, mucho más profundamente de lo que estaba haciendo hasta el momento. 

Aprender que amar es un arte y que como todo arte se ha de practicar y que se pueden aprender nuevas técnicas para profundizar más en el núcleo del corazón. Y sobre conectar con lo más profundo de mí misma, no tener miedo, y abrirme al amor.    

Confiar, dejarme cuidar, pensar que no molesto, que tengo un espacio, que soy importante, que soy guapa, que puedo expresar mis necesidades… en resumen: permitirme SER

Y al permitirme ser y amar, se abren un montón de posibilidades diferentes, antes inimaginables. Puedo dedicarme muchas más palabras y gestos amorosos hacía mí y hacía los otros. Y al mismo momento puedo dejarme recibir internamente palabras y gestos bonitos de los otros hacía mí. 

En ese andar con el amar, voy cultivándolo poco a poco, y voy descubriendo tonalidades de sentimientos profundos que antes me eran ocultos. Y cuando los experimento sale una sonrisa dentro de mí, agradeciendo a la vida su abundancia

Y en este transitar de descubrimiento en el amor surge la pasión para acompañar a personas a que puedan transitar ese amarse a sí mismas y proyectarlo en sus relaciones personales, desde la libertad y la autenticidad.

¿Quieres aumentar las muestras de cariño, la comunicación y la complicidad?

Para recuperar estos momentos, sólo necesitas una cosa, volver a CONECTAR.

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